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Qué ver en Pekín, la Gran Muralla china y mucho más

La plaza Tian An Men y la Ciudad Prohibida, dos visitas obligadas en la ciudad

El día no parece ser suficiente cuando se trata de decidir qué ver en Pekín. Además de la Gran Muralla china, sin duda alguna una obra de ingeniería sin igual en el mundo, la ciudad en su conjunto es un museo de historia de la memoria colectiva de China. Viajar a Pekín le llevará a conocer un mundo diferente, exótico e impresionante.

Esta gran construcción servía para defender los límites del imperio chino –que se extendían desde la frontera natural con Corea, el río Yalu, hasta el desierto de Gobi al sur de Mongolia interior- de los ataques de los nómadas xiongnu de Mongolia y Manchuria. Construida y reconstruida entre los siglos V a. C y el XVI d. C., la Gran Muralla china llegó a tener más de 8.800 kilómetros de longitud de los que hoy se conservan 2.665 aproximadamente. De media, mide entre 6 y 7 metros de alto y 4 o 5 de ancho.

Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y elegida como una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno, podrá comprobar por usted mismo la buena planificación militar de esta obra de ingeniería –durante la dinastía Ming llegó a estar custodiada por más de un millón de guerreros-, con sus almenas y torres defensivas, sus fuertes y sus escaleras pensadas para confundir al enemigo.

De vuelta a Pekín, uno de sus primeros destinos en la capital de China debe ser la plaza Tian An Men, que no tiene comparación en ningún otro lugar del mundo por sus dimensiones. Se trata de un lugar emblemático para el país, ya que se levantó en el lugar en el que Mao Zedong declaró constituida la República Popular de China en 1949.


La plaza de Tian An Men se construyó a imitación de las grandes plazas rusas, sobre todo la Plaza Roja de Moscú, en la que se realizaban actos multitudinarios en la antigua Unión Soviética. Y consiguió superar a los soviéticos: sus 440.000 metros cuadrados han sido testigos de actos masivos, desde el homenaje que le rindió la población de Pekín a Mao Zedong tras la muerte del líder chino, hasta las conocidas protestas de estudiantes de 1989, cuyas fotos dieron la vuelta al mundo.


Esta inmensa plaza, cuyo cuadrilátero está construido siguiendo el eje sur-norte de la Ciudad Prohibida, está flanqueada por dos edificios cuyo estilo tiene una clara influencia soviética: el Museo Nacional de Historia y de la Revolución, muy recomendable si quiere entender mejor el pasado más reciente de China, y el Gran Palacio del Pueblo, sede de la Asamblea Popular China, máximo órgano legislativo del país.


Otra de las grandes atracciones turísticas de Pekín es, sin duda, el Palacio Imperial, más conocido como la Ciudad Prohibida. Aunque su nombre chino tiene varios significados, la explicación a que sea conocida como la Ciudad Prohibida proviene del hecho de que nadie podría entrar ni salir del palacio sin el permiso del emperador. Y su muralla de 7,9 metros de alto y más de 8 metros de ancho en su base, y su foso de más de 52 metros de ancho impedían que no se cumpliera la voluntad del mandatario chino.


Este gran complejo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y considerada el mayor conjunto de estructuras antiguas de madera del mundo, engloba 980 edificios en sus 720.000 metros cuadrados. Durante más de 500 años –entre 1406, cuando se inició su construcción, y 1916, cuando abdicó el último emperador de la dinastía Qing- fue el centro de la vida palaciega china, donde vivían los emperadores y su corte, así como la sede del gobierno chino y el espacio elegido para realizar todo tipo de ceremonias.


Hoy la Ciudad Prohibida permite al visitante viajar hasta la época de los grandes monarcas de las dinastías Ming y Qing y descubrir cómo vivían gracias a la vasta colección de objetos que se conservan en el Museo del Palacio. Pero, además no dude en pasar un rato recorriendo sus calles y descubriendo la riqueza arquitectónica y artística que se pueden ver en sus distintos palacios, salones y en las puertas de acceso.


La Ciudad Prohibida no es la única gran muestra que dejaron las dinastías Ming y Qing en la ciudad de Pekín. No deje de acercarse a visitar el Templo del Cielo, una de las construcciones más originales. De hecho, dentro de este gran recinto le sorprenderá el Salón de la Buena Cosecha, que destaca por sus dimensiones. Utilizado por los emperadores para rogar por las cosechas en primavera y dar las gracias por los frutos obtenidos en otoño, su original estructura circular es una de sus señas de identidad. Circular son también las tres niveles de mármol que la sostienen. Su tejado azul, que le llamará la atención, también está formado por una triple terraza, que corona una borla dorada. Su interior, en vivos colores también le sorprenderá.


Fuera de la ciudad, se encuentra el Palacio de Verano, la residencia de los emperadores durante los meses de más calor. Se trata de un complejo de edificios y jardines que destacan por su estructura armoniosa que le invitarán al relax.


Pekín no sólo ofrece al visitante la oportunidad de conocer los vestigios de épocas pasadas. La ciudad alberga también muestras arquitectónicas modernas fruto de su elección como sede de los Juegos Olímpicos de 2008. No deje de acercarse a ver los impresionantes estadios olímpicos como el Cubo del Agua o el Nido de Pájaro.


Y si quiere conocer más de la cultura china, le llevaremos a ver un espectáculo acrobático y, por supuesto, a degustar la típica gastronomía china, para que pueda deleitarse con los manjares que ofrece la cocina local, como el pato laqueado. Además, podrá conocer algunas de las industrias con más tradición en la ciudad, visitando un taller artesanal de arte milenario Cloissone, una técnica decorativa que lleva años utilizándose en el gigante chino.