Berna, Suiza
Berna, Suiza es mucho más que la capital del país. Es un auténtico museo al aire libre, una de las ciudades medievales mejor conservadas del centro de Europa. De hecho, su Ciudad Vieja está declarada Patrimonio de la Humanidad. En su centro histórico podrá encontrar edificios de todas las épocas, una espléndida colección de arcadas y soportales, que superan los 6 kilómetros, y más de 100 fuentes de agua –algunas de origen medieval- que han convertido a Berna en “la ciudad de las fuentes”.
Al pasear por las calles del casco histórico de Berna encontrará multitud de estas fontanas, coronadas por preciosas estatuas de vivos colores e imágenes alegóricas. No dude en detenerse ante estos surtidores y admirar sus bellos ornamentos mientras escucha el rumor del agua fluyendo por sus caños.
Uno de los monumentos más interesantes que ver en Berna es la catedral, de un espléndido estilo gótico. Su torre, de 100 metros de altura, es la más alta de todo el país. Aunque la catedral se comenzó a construir en el siglo XV, sus obras se paralizaron cuando la altura de la atalaya era de unos 60 metros. No fue hasta finales del siglo XIX cuando se retomaron los trabajos y se terminó el edificio siguiendo un estilo neogótico que combina perfectamente con el estilo original del templo.
Destaca en la fachada occidental de la catedral los tres pórticos espectacularmente decorados –en lugar de uno solo, como suele ser habitual-. La entrada principal, la del centro, es una obra maestra del gótico tardío con una sobrecogedora representación del Juicio Final.
Otra importante torre que destaca en la silueta de la ciudad de Berna, Suiza, es la Torre de la Prisión. En otros tiempos era la puerta de entrada a la ciudad y servía, como bien indica su nombre, de cárcel. Hoy en día alberga el Foro Político del Gobierno Federal, donde se organizan conferencias y eventos políticos. Otra espectacular atalaya que destaca en el perfil de la ciudad es la Torre del Reloj. En su fachada encontrará un impresionante reloj astronómico del siglo XVI que le maravillará.
A pocos pasos de la Torre del Reloj encontrará uno de los monumentos más interesantes de Berna, Suiza: la casa de Einstein. Este modesto apartamento fue la vivienda de uno de los mayores genios de la humanidad a principios de siglo XX. Entre sus paredes podrá conocer más a fondo la vida cotidiana del padre de la Teoría de la Relatividad. Precisamente, esta teoría, que revolucionó el mundo científico, fue concebida por Einstein mientras vivía en esta casa y trabajaba en la oficina de patentes de la ciudad.
El Palacio Federal es otro de los edificios que hay que ver en Berna. Este complejo, formado en realidad por tres palacios, es la sede del gobierno y el parlamento helvético. En su interior podrá encontrar constantes alegorías a la historia suiza. En la Plaza Federal, ubicada en la entrada al complejo, encontrará un precioso juego acuático, con 26 chorros de agua que surgen desde el suelo y parecen bailar frente a los edificios gubernamentales, demostrando que la denominación de Berna de la “ciudad de las fuentes” no se debe solo a sus méritos pasados.
Desde el jardín de las Rosas podrá disfrutar una preciosa panorámica de Berna, Suiza. El aroma de las más de 200 especies de rosas que se cultivan en el parque le embriagará mientras contempla la Ciudad Vieja y el meandro del río Aar, en una de las visiones más hermosas de su viaje a Suiza.
El Foso de los Osos es otro de los grandes atractivos de Berna. Suiza alberga en este parque a Björk y Finn, dos osos que juguetean entre la hierba e incluso se sumergen en el río Aar a pescar o jugar. El símbolo heráldico de Berna es un oso, de ahí el porqué de este recinto.
El ayuntamiento es otro de los edificios que ver en Berna. Su preciosa fachada gótica está presidida por una escalinata doble con una espectacular ornamentación. En las cercanías de la Casa Consistorial encontrará la Iglesia de San Pedro y San Pablo, que posee un exquisito estilo neogótico.
Por último, podrá aprovechar su visita a Berna para sumergirse de lleno en la gastronomía suiza con una visita al cercano pueblo de Gruyère. En esta localidad degustará uno de los quesos más famosos y apreciados en todo el mundo, el gruyere, un auténtico manjar alpino que deleitará su paladar.
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