Moscú
Si hay algún lugar emblemático en Moscú ese es la Plaza Roja, una enorme explanada de 23.000 metros cuadrados en la que están los edificios más importantes de la ciudad y, sin exagerar, de toda Rusia. Cualquier visita guiada a Moscú debe empezar, por ejemplo, entrando en la Catedral de la Intercesión, más conocida como Templo de San Basilio, reconocible por sus hermosas cupulillas de colores.
En la plaza también hay que admirar el Museo de la Historia, por fuera y por dentro si se tiene tiempo, ya que guarda millones de objetos relacionados con el devenir de Rusia.
Pero lo más deseado por los visitantes es entrar en el Kremlin, un histórico recinto amurallado que contiene las sedes de las principales autoridades rusas. Fue residencia de los zares, del gobierno comunista y actualmente de la presidencia rusa.
El poder religioso también está representado dentro del Kremlin. ¡Y de qué manera! Contiene nada más y nada menos que tres catedrales: la de la Asunción -la más importante-, la de la Anunciación y la de San Miguel Arcángel, todas ellas en la llamada Plaza de las Catedrales.
Fuera de este conjunto monumental de Moscú hay que visitar el Convento de las Doncellas y su lago, aquel que inspiró a Tchaikovsky su más célebre ballet, El Lago de los Cisnes.
Tenga o no que desplazarse en transporte público, déjenos llevarle de la mano de nuestro guía acompañante, al Metro de Moscú, uno de los suburbanos más bonitos y elegantes del mundo, con estaciones que parecen Palacios subterráneos.
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