En Rusia, el país más extenso del mundo, te aguardan dos ciudades únicas: por un lado, Moscú, un coloso urbanístico cuya oferta monumental y su sorprendente arquitectura te dejarán sin palabras. Y por otro, la eterna San Petersburgo, la patria chica de los zares y una de las ciudades más señoriales del continente europeo.

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Situada a orillas del río Moskva, Moscú, la capital de Rusia, puede presumir de ser la mayor ciudad de Europa, al reunir una población cercana a los 13 millones de personas. Además, también forma parte del área metropolitana más grande del Viejo Continente y una de las más extensas del planeta.

Sede de numerosas instituciones científicas y educativas, así como de un amplio abanico de instalaciones deportivas, Moscú da cabida a un complejo sistema de transporte, que incluye cuatro aeropuertos internacionales, nueve terminales de tren y la red de metro más activa del planeta después de la de Tokio.

Asimismo, esta ciudad también acoge numerosos atractivos turísticos. Entre ellos, cabe referirse al Kremlin, sede del gobierno ruso y de las catedrales de la Dormición, la Anunciación y del Arcángel San Miguel. Asimismo, tampoco hay que perderse la catedral de San Basilio, coronada por sus emblemáticas cúpulas de colores en forma de bulbo y situada en la plaza Roja (cerca del Kremlin), así como su oferta museística y sus antiguas y monumentales estaciones de metro.

Tampoco hay que pasar por alto las Siete Hermanas, los siete rascacielos que existen en Moscú, también denominados rascacielos estalinistas. Tres de ellos están destinados a viviendas, mientras que los cuatro acogen dos hoteles, la Universidad Estatal de Moscú y el Ministerio de Asuntos Exteriores.

En cualquier caso, en esta vibrante urbe conviven multitud de estilos arquitectónicos: desde edificios renacentistas hasta construcciones barrocas, pasando por las infraestructuras más vanguardistas. En el centro histórico, predominan los bloques de la época prerrevolucionaria, erigidos entre finales del siglo XIX y estallido de la Revolución de Octubre de 1917.

Con la llegada del régimen soviético, se seguirían las directrices de la arquitectura estalinista entre los años 1930 y 1950. Podrás ver interesantes ejemplos de estas construcciones en las calles y avenidas más importantes de la ciudad, como las calles de Tverskaya, Kutuzovski y las avenidas de Leninski y Leningradski. Otro tipo de edificación más moderna lo encontramos en los edificios ministeriales, levantados entre las décadas de 1970 y 1980 y destinados principalmente a los empleados de los ministerios soviéticos y altos mandos del Partido Comunista.

San Petersburgo, la antigua Petrogrado (1914-1924) y Leningrado (1924-1991), se enmarca en el delta del río Nevá, en el extremo oriental del golfo de Finlandia y en las costas del mar Báltico.

Su historia arranca el 16 de mayo de 1703, fecha en la que fue fundada por el zar Pedro el Grande con el propósito de convertirla en la "ventana de Rusia hacia el mundo occidental". Esta decisión hizo que la flamante urbe se convirtiera en capital del imperio ruso durante más de dos siglos, hasta que, tras la Revolución Rusa, la capital del país regresó a Moscú.

Actualmente, sus 5 millones de habitantes hacen de San Petersburgo la segunda ciudad más grande de la Federación Rusa y una de las más grandes de Europa, así como la ciudad más septentrional del mundo con más de un millón de habitantes y la sede de la corte constitucional de Rusia. Por eso, a nadie debería de extrañar que muchos continúen refiriéndose a esta urbe como la capital del Norte.

Todo ello sin obviar el extraordinario peso cultural que ostenta San Petersburgo, sin duda la urbe más cosmopolita del gran imperio zarista y del Estado soviético. No en balde, da cabida a más de 50 museos y galerías, 2.600 bibliotecas, 18 teatros y más de 180 institutos de investigación. Un patrimonio de valor incalculable, que hace de San Petersburgo la ciudad rusa más visitada por los turistas junto con Moscú. A su vez, no hay que perder de vista que su fascinante centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1990.

Entre sus incontables monumentos, destacan el antiguo Palacio de Invierno, en el que abre sus puertas el impactante Museo del Ermitage; la fortaleza de Petropàvlovskaia, también llamada de San Pedro y San Pablo; las catedrales de San Isaac, Kazan, Smolny y Santa Trinidad y la iglesia de la Resurrección.

Además de ofrecerte la posibilidad de conocer Moscú y San Petersburgo, algunos de nuestros circuitos por Rusia también te permitirán descubrir Vladímir, una ciudad de la Rusia rural fundada en 1108 que concentra algunos reclamos de gran interés, como la catedral de la Dormición, la catedral de San Demetrio, la Puerta Dorada, del siglo XII, y diversos monasterios de gran valor histórico y artístico.

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