Templo de Abu Simbel
El templo de Abu Simbel es una de las joyas de Egipto, un enorme santuario dedicado al faraón Ramsés II que ha conseguido que el nombre de este monarca egipcio perdure durante más de 3.000 años. Aunque el Templo de Ramsés es el más conocido de Abu Simbel, el complejo está compuesto por varios edificios consagrados al culto a los antiguos dioses y faraones. Hoy en día Abu Simbel sigue maravillando a los visitantes de la misma manera que lo hizo en el momento de su construcción.
La fachada del Gran Templo de Abu Simbel es mundialmente conocida. Las cuatro estatuas sedentes del faraón deificado Ramsés II que la decoran se han convertido en un verdadero símbolo del Antiguo Egipto. Estos colosos, de más de 20 metros de altura, fueron tallados directamente en la roca, al igual que el resto del templo. Admire su pétrea mirada que parece juzgar a los visitantes que quieren entrar al interior del complejo. Además de las cuatro imágenes del faraón, hay multitud de estatuas de menor tamaño que representan a la familia del monarca o diversos rituales y divinidades de Egipto.
Aunque el exterior del templo sea una verdadera maravilla que no podrá dejar de admirar, el interior le dejará sobrecogido. Se trata de uno de los hipogeos más bellos jamás construido en la tierra del Nilo. A medida que avanza por el templo, acercándose al santuario, las salas van menguando en tamaño, creando la impresión que se dirige a un lugar íntimo y místico.
Mención especial merece la Sala Hipóstila del Templo de Abu Simbel, Egipto. Además de las enormes columnas, está decorada con numerosos relieves que muestran las victorias militares de Ramsés II, especialmente de la Batalla de Qadesh. No se pierda la imagen del faraón sobre su carro persiguiendo a los guerreros hititas.
Precisamente el templo se construyó para celebrar la victoria de los egipcios en esta batalla (aunque los hititas en su país también se proclamaron vencedores de esta contienda y también levantaros templos para celebrarla). La importancia de la Batalla de Qadesh reside en que es la primera batalla de la Historia que fue documentada y que dio lugar a un acuerdo de paz entre ambas civilizaciones.
Una vez pasada la Sala Hipóstila accederá al Santuario, donde podrá contemplar las estatuas de los dioses a los que se rinde culto: el propio Ramsés, ya que en el Antiguo Egipto los faraones eran considerados dioses; Ra Hor-Ajti, el dios del Sol, que mezcla las figuras de Ra y Horus; Amón, dios principal del panteón de Tebas; y Ptah, el dios del inframundo y la Duat, el más allá del Antiguo Egipto.
En el templo de Abu Simbel se produce un fenómeno curioso. Cada 21 de octubre y de febrero (según algunos expertos las fechas del nacimiento y coronación de Ramsés II), los primeros rayos del sol atraviesan el templo hasta llegar al santuario e iluminan las estatuas de los dioses, salvo la de Ptah, que por su condición de dios del inframundo permanece misteriosamente en la penumbra. Este fenómeno solar es un verdadero despliegue de ingenio y de conocimientos astronómicos los antiguos egipcios.
Debido a la construcción de la Presa de Assuan, se tuvo que trasladar el templo piedra a piedra para ponerlo en un lugar seguro e impedir que se sumergiese para siempre bajo el agua del Nilo. La reconstrucción fue minuciosa hasta el último detalle y se respetó fielmente el diseño original del templo. Sin embargo, debido al cambio de posición el fenómeno solar de Abu Simbel se retrasó un día, así pues ocurre el 22 de octubre y el 20 de febrero cada año.
Además del templo dedicado a Ramsés II, Abu Simbel, Egipto, también comprende el vecino templo de Nefertari, la esposa favorita del faraón. Al igual que el Gran Templo, este pequeño santuario también cuenta con estatuas excavadas en la roca adornando su fachada. En este caso son seis las figuras que se representan: dos de Nefertari y otras cuatro de Ramsés II.
El interior de este templo, consagrado a Hathor, la diosa del amor, es también una verdadera maravilla que no podrá perderse cuando viaje hasta el Templo de Abu Simbel.