Qué ver en Dublín
La capital de Irlanda es hoy una de las ciudades más modernas de Europa. Al ambiente ‘chic’ que hoy envuelve la ciudad se suman todos los secretos que hay que ver en Dublín y que han ido dando forma a la historia de la ciudad, desde que los vikingos la fundador a principios del siglo IX.
Desde luego, todos los viajes a Dublín deben incluir varias visitas obligadas. La primera de ellas deberá ser Trinity College, la universidad más antigua de Irlanda. Además de pasear por los pasillos y jardines de este campus por el que pasaron desde Samuel Beckett hasta Oscar Wilde o Bram Stoker, su biblioteca le deslumbrar. Su sala principal, que es conocida como ‘Long Room’ tiene 65 metros de largo en cuyas paredes se alinean estanterías que contienen 200.000 de los libros más antiguos de la biblioteca. El olor a madera antigua y los bustos de mármol que vigilan esta habitación le recordarán que se trata de un lugar en el que el conocimiento es la principal preocupación.
Otro de los edificios que hay que ver en Dublín es el Palacio de Justicia. No deje de fijarse en su maravilloso pórtico con seis columnas corintias y una cúpula con las estatuas de Moisés, la Justicia, la Piedad, la Sabiduría y el Poder.
De carácter religioso, hay dos edificios que no puede dejar de ver si decide viajar a Dublín. El primero es la Catedral de St. Patrick –patrón de Irlanda-, la más grande de Irlanda, cuenta con una fachada medieval y un interior gótico que no puede perderse. Y, el segundo, Christ Church Cathedral, de origen vikingo, que mezcla en su fachada los estilos gótico y románico.
Más mundanas son otras visitas obligadas. Como Graffon Street, una de las calles peatonales del centro de Dublín. En ella podrá ver el ambiente modernista que hoy impregna la ciudad. Además de las tiendas que podrá encontrar, al final de esta calle se encuentra la estatua de bronce de la mítica Molly Mallone, una vendedora ambulante de pescado de día que ejercía de noche oficios menos dignos.
Precisamente a Molly Mallone le dedicó James Yorkstons la canción ‘Cockles and mussels’ (berberechos y mejillones) que hoy se ha convertido en un himno entre los irlandeses. Si quiere oír como cantan los dublineses esta y otras canciones tradicionales, el mejor lugar es un pub. De todos los que pueblan las calles de Dublín, no deje de visitar los que se encuentran en Temple Bar, uno delos barrios con más vida de la ciudad.
De día, sus calles estrechas y adoquinadas acogen distintos mercados y, por la noche, son el centro de reunión de los dublineses que se acercan a beber una Guinness en alguno de sus numerosos pubs.
Tras el bullicio de las calles de Temple Bar, puede optar por relajarse en Merrion Square, un parque que es todo un remanso de paz en el centro de la ciudad. Rodeado de emblemáticos edificios, como el Museo Historia Natural o la Galería Nacional, agradecerá la paz de este lugar en sus viajes a Dublín.
El Phoenix Park también le invitará al relax. Se trata del parque urbano más grande de Europa. En él se encuentran la residencia del Presidente de la República de Irlanda –si bien está alejada de la parte pública-, el zoo de Dublín y el monumento Wellington, un obelisco de 62 metros erigido en honor del Duque de Wellington y la torre medieval del Castillo de Ashtown.
Otro lugar en el que también podrá lejarse, aunque esta vez con una pinta en la mano que usted mismo se podrá haber servido es el Gravity Bar, en la azotea del Guinness Storehouse. El bar de la azotea de la antigua fábrica de la cerveza irlandesa más famosa le ofrece unas visitas inigualables de la ciudad, además de permitirle conocer un poco mejor la historia de Guinness, desde sus inicios hasta la actualidad.
También en el centro de la ciudad se encuentra el Castillo de Dublín. El edificio está reconstruido y no se presenta al visitante como era en sus orígenes, pero su interior se encuentra en perfecto estado.